Sobre el autor

Hijo de testigos de Jehová. Sometido a gran presión desde pequeño por motivo de los honores a la bandera y el llenar las expectativas de mis padres en torno a ser publicador y bautizarme. En pocas palabras, fui criado por completo «conforme al rigor de la Ley» de la organización Watchtower (Hechos 22:3).

A muy temprana edad recibí «privilegios de servicio» y en cada responsabilidad asignada, siempre procuré que mi desempeño fuera superior convencido de que le estaba rindiendo servicio sagrado a Dios y no a los hombres (Colosenses 3:23).

Así, desde servir como precursor auxiliar hasta ser anciano, en un lapso de 20 años me había convertido en el modelo que todo joven debía imitar, dando discursos en asambleas e incrementando los privilegios y asignaciones.

Durante los más de 10 años que fungí como anciano de congregación, participé en muchos comités judiciales, convencido de que mi apego a las instrucciones provistas por la organización verdaderamente equivalían a los procedimientos trazados por Jehová en la Biblia (Mateo 18:18, w96 15/4 pág. 28)

El paso de los años, mis propias vivencias y atestiguar de primera mano el gran daño ocasionado por las muchas reglas y opiniones dictadas por la organización en torno a un sinfín de asuntos y cuestiones irrelevantes, gradualmente me fueron abriendo los ojos a la triste realidad que rodea a esta organización humana (Hechos 22:6)

La creación de un blog anterior a este, me permitió tener una válvula de escape cuando aún me encontraba inmerso en las actividades propias de alguien catalogado como «espiritual». Sin embargo, he tenido a bien renunciar a muchas de esas actividades que en lugar de dirigir a la gente a Dios, anteponen a una organización humana que más se asemeja a una corporación o empresa de negocios y poco a un «paraiso espiritual».

La gota que derramó el vaso fue la última vez que tuve el «privilegio» de dar el discurso del bautismo en una asamblea. Aunque no era la primera vez que lo daba, si fue la primera vez que logré entender de lleno el engaño al que estaba sometido y al que estaba a punto de someter a ese grupo de personas que, tan llenas de júbilo, responderían «Sí» a los dos planteamientos que forman parte de dicha ceremonia. Por primera vez, encontré repulsiva la pregunta: «¿Comprende usted que su dedicación y bautismo lo identifican como testigo de Jehová ASOCIADO CON LA ORGANIZACIÓN QUE DIOS DIRIGE MEDIANTE SU ESPÍRITU?». De inmediato vinieron a mi cabeza varias escrituras que denuncian tal aberración a la que uno se está sometiendo cuando contesta «SÍ» ante tal cuestionamiento (Hechos 17:24; Juan 4:23, 24; 2 Corintios 4:18; 2 Corintios 5:7).

El resto es historia. Una historia que me ha llevado a cuestionar, indagar, conocer, estudiar y comprender el cristianismo desde un ángulo muy distinto a la posición farisáica que hoy han asumido los líderes de esta organización humana.

Pharisaios